<body><script type="text/javascript"> function setAttributeOnload(object, attribute, val) { if(window.addEventListener) { window.addEventListener('load', function(){ object[attribute] = val; }, false); } else { window.attachEvent('onload', function(){ object[attribute] = val; }); } } </script> <div id="navbar-iframe-container"></div> <script type="text/javascript" src="https://apis.google.com/js/platform.js"></script> <script type="text/javascript"> gapi.load("gapi.iframes:gapi.iframes.style.bubble", function() { if (gapi.iframes && gapi.iframes.getContext) { gapi.iframes.getContext().openChild({ url: 'https://www.blogger.com/navbar.g?targetBlogID\x3d17304419\x26blogName\x3dParanoias+Razonables\x26publishMode\x3dPUBLISH_MODE_BLOGSPOT\x26navbarType\x3dLIGHT\x26layoutType\x3dCLASSIC\x26searchRoot\x3dhttps://mindgueto.blogspot.com/search\x26blogLocale\x3des_ES\x26v\x3d2\x26homepageUrl\x3dhttp://mindgueto.blogspot.com/\x26vt\x3d-1483695357953486417', where: document.getElementById("navbar-iframe-container"), id: "navbar-iframe" }); } }); </script>

Paranoias Razonables

De lo divino y de lo humano, sin que me interrumpa ni Dios.

Mi foto
Nombre:

viernes, septiembre 07, 2007

Perderse en una digresión también es vivir.

A veces escribir requiere de un esfuerzo de voluntad constante, un estado fronterizo con la ensoñación vigilante y ganas de contar algo. Supongo que después de un año sin escribir tengo muchas cosas que decir. En realidad no.

El problema de iniciar un blog es que uno puede llegar a sentir la preocupación de dejar tirado a quien buen provecho le produjera leer las líneas que uno ha venido arañando de la preocupación, la siesta mental, la sesuda disertación, un largo etcétera y sobre todo un estado mental rayano en el regocijo más elemental de poder leer lo que no encuentra en otros lugares. Está bien, a veces lo hago por el placer de escribir.

Se ha muerto Francisco Umbral, a quien sólo recuerdo por el "He venido a hablar de mi Libro" dándole un navajazo al rating de los programas que se sirve de los invitados como macetas, Luciano Pavaroti a quien no recuerdo sino finjo recordar cantando "O sole mio" con esa voz gruesa y cavernosa que parecía envolver al oyente en Dolby Surround sin necesidad de tener 4 altavoces, murió Antonio Puerta el futbolista del Sevilla que no tuve deseo de ver aunque seguramente surgieran ocasiones - no me va mucho el futbol -, tan joven, tan de improviso... Este último hecho incluso más funesto que los anteriores por ser menos previsible.

Cuando los futbolistas, esas personas que juegan con una pelota partidos de 90 minutos, que se van relevando año tras año dejando en los equipos de futbol una marca de juventud indeleble, pues los trabajadores más conocidos de este ramo tienen una media de edad de menos de 30 años y casi nadie se acuerda del utillero y resto de trabajadores, esas personas que seguiste con tu camiseta de la nacional cuando chico, jugando en el parque con la pandilla, esos futbolistas cuando crecen y se van relevando en las plantillas hacen que uno se de cuenta de que se hace mayor, que el tiempo pasa y arrastra consigo las amarras de identidad de tu tiempo.

Cuando mueren aquellos que ya tenías por viejos, como Francisco Umbral, como Luciano Pavarotti, que te sonaban de oidas, que habían salido por la tele con sus bolsas en los ojos, sus arrugas, su cuerpo viejo y deslustrado pero investidos un poco de estoicismo y de individualidad, uno se da cuenta de que más tarde o más temprano hay que morir.

Cuando uno se muere joven, no por accidente, no por asesinato, sino en medio de un campo o en un hospital después de haber caído fulminado sin que tercie nadie, uno se da cuenta de que te puede llegar en cualquier momento. Te das cuenta de que hay un componente de suerte, mala o buena, que puede influir en tu vida más allá de tus propias decisiones.
Supongo que entonces uno decide vivir, no cada día como si fuera el último porque entonces podríamos estar efectivamente dando pie a que lo sea en nuestro desmedido afán por aprovecharlo, pero sí como si estuvieramos gastando un sueldo: Un café todos los días, una charla, cada cual con sus formulas, y nos guardamos un poco de vida para poder disfrutarla como una pensión, porque es muy posible que lleguemos a viejos y también hay que vivirlo.

En fin.




Un saludo.