Agujero negro.

En mi casa no encuentro desde hace años una Biblia que tuvieron a bien regalarme. Al fin y al cabo es un libro y a mí me gustan los libros,- el capítulo de números es un rollazo, parece el protocolo de la casa real-, así que me fastidia bastante perderlos, no encontrarlos entre la montaña de libros ,anaqueles, estantes, armarios, o al lado del reloj, que es donde un libro debe de estar, para que el tiempo no pase sin su dosis de imaginación, a la que tantas veces echo en falta. Puede que una parte se fuera al país de Fantasía, con Ende.

Hace un año que no encuentro un disco, "The odissey" de Symphonyx. Lo he buscado hasta en discos ajenos, entre Luismigueles, pastoras, Mahler, Strauss, Sabinas... por si me hubiera salido bastardo. No hubo suerte. He tenido que ir por la mañana al Fnac, -bendito sea el capitalismo de Adam Smith-, para pedirlo de nuevo, ya que es el único sitio donde los vendedores no te asaltan como bandoleros, en mitad del camino a algún estante, para hacerse con tu dinero con esas técnicas de marketing avanzadas, que dan más miedo que un cañon de 8 libras. El cañón se ve y se oye de largo. Ahora que quitaron o van a quitar la ética, por la "Educación a la ciudadanía" o algo así, los pobres púberes que ya tenían el cerebro destrozado por "grandes hermanos", se verán sorprendidos por estos bandoleros comerciales, en cualquier esquina de centro comercial como liebre de monte.

Creo que Stephen Hawking tiene y tenía razón. Los agujeros negros son una puerta a un mundo paralelo o la energía se transforma aunque no se pierda en ningún lado y en alguno de ellos he perdido mi Biblia y mi Disco de symphonyx, en esta casa de la que no deben haber salido.

El problema es que cualquier día meto yo el pie y averiguo cual de las dos cosas es. O tal vez las dos.

Que tengan un buen día.